domingo, 20 de marzo de 2011

Sin Solución

Esta tarde, en el partido entre Velez Sarfield y San Lorenzo que se disputaba en Liniers, se produjeron incidentes entre las parcialidades y de éstas con la policía. Como saldo, resultó 10 personas heridas, al menos 4 policías con lesiones y una nueva muerte, todo esto producto de la violencia que existe en los estadios. Ramón Aramayo, de 36 años simpatizante de San Lorenzo, quien habría sido golpeado brutalmente por la policía murió luego de un paro cardíaco y su cuerpo fue hallado en la calle Barragán al 200 en el barrio porteño de Liniers. Fue a ver un partido. No volverá a su casa.
Con esta muerte, se llegó a las 256 producidas por incidentes en nuestro fútbol. Y preocupa que haya ascendido tanto el número en los últimos 20 años. Porque desde 1990, son 130 las víctimas.  Y el Estado parece mirar todo y no hacer nada. Porque este maravilloso deporte se practica en nuestro país, en donde la violencia crece día a día y nadie hace nada para que esto no suceda. Porque no existen políticas de prevención. El día viernes se juntaron los presidentes de Vélez y San Lorenzo para un partido sin violencia, para que sea un verdadero espectáculo teniendo en cuenta que había un antecedente entre ambas parcialidades. Fue el caso de Emanuel Alvarez, hincha del fortín, quien fue asesinado de un balazo el día 15 de marzo de 2008 cuando se trasladaba en los micros hacia la cancha de San Lorenzo. Marcelo Aliendre, Uruguayo, supuesto hincha cuervo, fue quien efectuó disparos con un arma de fuego hacia los ómnibus con los simpatizantes de Vélez y mató a Emanuel, según lo dictaminado por la justicia y por ello, Aliendre recibió una condena de 15 años de prisión el día 27 de marzo de 2010.
No se tuvo en cuenta este antecedente. No se aplicaron políticas de prevención. Y hoy lamentamos una muerte más. Absolutamente evitable. Porque si no concurría el público visitante, hoy no estaríamos lamentando una nueva víctima. Porque si el Estado haría algo por esta sociedad enferma, nunca se hubiese llegado al escalofriante número de muertes que hay en el fútbol producto de una sociedad violenta. Pero parece que lo único que se hizo durante los últimos 30 años es nada. Y si nada se hace, nada se cambia. El fútbol sigue siendo un negocio y como todo negocio, debe continuar para el provecho de unos pocos.
El ascenso argentino, tan castigado, desde hace 4 años casi, no goza de los mismos derechos que la máxima categoría, en donde siguen concurriendo parcialidades visitantes y continúan existiendo episodios de violencia. No se mide con la misma vara. Es impensado que Boca o River no puedan ir a ver a su equipo cuando juegan fuera de casa.
Fernando Raffaini, presidente Velezano, declaró: “Nosotros no vamos a tomar ninguna medida. Yo calculo que los próximos partidos se jugarán sin público visitante; por lo tanto, se evitarán los problemas”. ¿Por qué esperar que ocurra algo así? Tuvieron en sus manos la posibilidad de jugar sin público este partido. Le dieron una oportunidad a una sociedad que no tiene rumbo. Y lo pagaron caro. Operativos policiales nefastos, zonas liberadas, connivencias entre hinchadas y policías, todo suma para este presente que parece no tener fin.
Un gobierno de turno que confronta, pero no aporta soluciones. Mientras confirmaban el fallecimiento de Aramayo cercano a las 16:40, la televisión pública continuaba con su programación. Esa tendencia a ocultar lo inocultable no nos lleva a ninguna parte. No se mentía si se mostraba lo acontecido. Pero el episodio formaba parte de la máxima categoría que hoy, paradójicamente, pertenece al Estado.
Desde este lugar, nuestras condolencias con la familia Aramayo. Decir que esperamos que sea la última muerte es trillado. Ya han pasado muchas y no ha cambiado nada. En algún momento, alguien deberá trabajar con la seriedad que se requiere en este tipo de cuestiones para poder disfrutar de un deporte que acapara las miradas de millones de personas, pero claro está que no se debe empezar por acá, sino por una sociedad que no presenta signos de mejoría y que hoy está lejos de ser curada.



Lucas Gambino (lgambinoterritoriooeste@gmail.com)